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A lo largo de la historia se han fabricado flautas con múltiples materiales: caña, bambú, cuerno, hueso (animal y humano), madera, marfil, barro, metal, plástico, etc. Dependiendo de los que se tuvieran más a mano y del valor acústico, social, mágico y simbólico que se les otorgase. El material más usado y ampliamente aceptado para la fabricación de Flauta Dulce ha sido la madera en sus múltiples variedades, desde árboles frutales europeos (peral, olivo, cerezo, ciruelo, palosanto, etc.), árboles comunes europeos (arce, olmo y saúco), arbustos (boj), hasta maderas exóticas americanas y africanas (bubinga, granadilla, ébano, palo-rosa, coco, cedro rojo aromático, etc.), muy codiciadas y valoradas en Europa durante los ss. XVII y XVIII.

El plástico ha venido a sustituir en buena parte la construcción de Flauta Dulce en madera, más costosa y artesanal, y ha permitido la fabricación en serie a precios realmente bajos. Su uso se inició durante la 2ª Guerra Mundial debido a la dificultad de encontrar buenas maderas en Europa y a los problemas en el comercio internacional derivados del conflicto bélico. En un principio, las primeras Flautas Dulces de plástico (fabricadas por Schott) usaron el acetato de celulosa pero éste, con el calor, alteraba su forma: finalmente, dicho material tuvo que ser sustituido por la baquelita (Hunt, 1978, 141). El principal inconveniente de las flautas de plástico es que se obstruyen con facilidad debido a que pequeñas gotas de agua se adhieren junto a las paredes del bloque y del canal, fruto de la condensación del aire húmedo y caliente al entrar en contacto con las paredes más frías del instrumento. Este hecho no tiene fácil solución y por ello suelen descartarse las Flautas Dulces de plástico para interpretaciones rigurosas, aunque se usen para el estudio y en contextos menos comprometidos. La madera, en general, puede evitar algo más este efecto-humedad debido a sus coeficientes de absorción y al posible uso de líquidos anti-condensación. También algunos fabricantes, como Honner o Moeck, proponen Flauta Dulce de tipo mixto, es decir, fabricadas con la cabeza y el cuerpo de distintos materiales (madera/plástico, o viceversa).

En general, podemos decir que el material de construcción es importante porque sus deformaciones, por pequeñas que sean, modificarán parcialmente el perfil interior del instrumento, su geometría y su sección. La porosidad de la madera, por ejemplo, provocará que la absorción de la humedad pueda disminuir la superfície interior al ensancharse la superfície del tubo. Cada tipo de madera condicionará un grado distinto de obstrucción y en este sentido será de gran importancia su selección (el cedro rojo aromático suele utilizarse para la fabricación del bloque debido a su gran absorción de humedad). En general, las maderas preferidas son las más duras, entre las que destaca el boj por haber sido muy abundante en Europa (muchos utensilios domésticos de cocina fueron fabricados tradicionalmente con este material); durante los ss. XVII y XVIII éste fue el material preferido en la fabricación de Flauta Dulce y del que se conservan más ejemplares históricos.

A continuación exponemos las durezas de algunos materiales utilizados en la construcción de Flauta Dulce (Sela y Peñalver, 1996) para poder entender la predilección por algunas maderas a lo largo de la historia de la Flauta Dulce:
• Arce, peral, cerezo, nogal bastante dura ca. 0.7 gr./cc.
• Boj, ébano, granadilla, palo santo extremadamente dura ca. 1 gr./cc.
• Resina sintética (plástico) muy dura 1.2 gr./cc.

También hemos de considerar la acomodación progresiva a la humedad (por eso se aconseja un rodaje progresivo en una Flauta Dulce nueva) y los hinchamientos y desinchamientos cada vez menores de las Flauta Dulce con el paso del tiempo. La madera tiene un tiempo de vida limitado para un instrumento sometido a cambios de humedad y temperatura, como la Flauta Dulce. Para paliar dichos efectos, muchos flautistas combinan el desgaste de las Flauta Dulce de madera con la práctica de ejercicios mecánicos en instrumentos de plástico que no sufren este tipo de desgaste. Otra forma de reducir este desgaste excesivo del tubo interior es mediante la protección de un baño de aceite, cera u otros productos similares para aumentar la densidad de la pared interior de la Flauta Dulce.

El peso del instrumento también tiene su importancia, especialmente en los modelos Contralto y Tenor, pues condicionará la forma de sostener el instrumento y la necesidad de adoptar un ángulo distinto para acomodar convenientemente la ejecución, y favorecer la movilidad de los dedos. En general, el ébano es el material más pesado con el que se fabrican y se debe valorar esta incomodidad antes de decidirse a adquirir un ejemplar construido con esta madera. Como contrapartida, pensemos que una empresa pionera como la alemana Moeck ha lanzado al mercado el modelo Leggero, una Flauta Dulce de plástico de menor peso.

El gran mito presente aún en los luthiers (constructores artesanales) de Flauta Dulce, profesores y flautistas es que el timbre del instrumento está vinculado a cada tipo de material. Es de común opinión que cada material (cada madera, el plástico, etc.) produce un tipo de timbre distinto que puede ser más o menos apreciado según los repertorios, estilos o grupos instrumentales. Desde la Física, Helmoltz y Tyndall (citados en Lavignac, 1950, 149) son contrarios a esta idea tan comúnmente aceptada por flautistas y estudiantes y que sigue condicionando las compras de sus instrumentos. Veamos, a modo de ejemplo, algunas de estas explicaciones:
• Ya en 1954, Zamacois (1982, 189) argumentaba al respecto que:
“La opinión tradicional es que la materia del instrumento también aquí contribuye; pero hay quien lo refuta enérgicamente. Mahillón, en sus Elementos de Acústica, aduce el ejemplo de una trompeta de madera (...) nadie acertó a distinguir nunca de una de metal”.
• Lasocki (1999b, 19) nos cuenta cómo Raymond Dessy y su esposa Lee aportan una
Interesante discusión sobre si las diferentes maderas inciden en el sonido de la Flauta Dulce:
“La radiación directa de sonido de la vibración de una pared es insignificante, es como oír el ronroneo de un gato junto al metro”.

Dichos autores llegan a la conclusión de que el material de construcción de la pared del taladro no afecta el timbre perceptiblemente, por lo que cualquier diferencia real percibida debe ser causada por los bordes de los chaflanes, el bisel, los bordes de los
agujeros del taladro, las proporciones del tubo, las almohadillas de las llaves, e incluso las yemas de los dedos.

En resumen, a pesar de que el timbre de la Flauta Dulce esté condicionado únicamente por la geometría interna del instrumento (modificada por el bisel, los bordes de los chaflanes y de los agujeros, las proporciones del tubo, las almohadillas de las llaves y las yemas de los dedos), los flautistas y constructores de Flauta Dulce continúan mostrando predilección por algunos materiales (en especial algunas maderas) ya sea por su dureza (por evitar las deformaciones), su precio, su peso, su absorción de la humedad, la tradición artesanal o la demanda del mercado.